4 intensos días de torneo en los que el Parque Deportivo Ebro se convirtió en un hervidero de jóvenes jugando al voleibol, no sólo los partidos de competición, si no que, aprovechando cualquier descanso y cualquier rincón, mirases donde mirases, allí estaban disfrutando del deporte que aman y estableciendo lazos con bonitas amistades entre equipos rivales.
Participantes y entrenadores dieron una lección de deportividad, compañerismo, pasión y entrega. Vimos a entrenadores señalando una bola como dentro, a favor del equipo contrario, en casos de duda, a pequeñas alevines luciendo con cariño y orgullo una cinta en sus muñecas con el escudo de sus “rivales” en recuerdo de la amistad que han forjado y a una joven llorando desconsolada al despedirse de las amigas que se lleva de estos cuatro intensos días de competición.